Por su gran aporte (12%) de proteínas de elevado valor biológico, por sus ácidos grasos esenciales, por sus vitaminas (A, D, E, B2, B12) y minerales (hierro, yodo, zinc), y por otros componentes como la lecitina o los carotenoides.

Para un adulto, se recomienda un consumo de unos cuatro o cinco huevos a la semana, ya sean en su forma reconocible (frito, cocido, en tortilla…) o menos visible (rebozados, cremas, salsas, flanes, dulces…). Son energéticos (150 calorías cada 100 gramos), contienen grasas entre un 9% y un 12 % de grasa y los hidratos de carbono representan menos del 1%.

Las proteínas del huevo, que se encuentran en la clara, son de alto valor biológico y muy buena digestibilidad. La yema es la fuente de grasas: unos 3,5 gramos corresponden a ácidos grasos saturados (los menos saludables), 1.2 gramos son poliinsaturados y 4,5 gramos son monoinsaturados Entre los ácidos grasos destacan el oleico y el linoleico (ácido w6 que el organismo no puede sintetizar, por lo que resulta esencial su ingesta). El contenido en colesterol, 500 mg/100 g, es muy elevado ya que un par de huevos superarían la ración diaria de colesterol recomendada, 300 mg. Por otra parte, el huevo aporta vitaminas A, D, E, B2, B12 y minerales (hierro, yodo y zinc) que cubren gran parte de la CDR para un adulto. Otros componentes de interés son la lecitina, importante en procesos metabólicos y en la construcción de membranas celulares y neurotransmisores, y los carotenoides, antioxidantes que ayudan en la prevención de las cataratas.